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Las dificultades más interesantes son dos rápeles de 22 y 20 metros, el primero de ellos con una recepción agitada. Tras ellos, lo único que nos separa ya del suelo es una última cascada, también de 22 metros y posiblemente la más fea del descenso, con la que pondremos punto y final a uno de los mejores descensos del Oberland.
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