Viajamos hasta la localidad de Irún, donde se encuentra la sede de esta asociación formada por espeleólogos y un amplio grupo de personas con diferentes inquietudes sobre el medio subterráneo. Creada en el año 2000, su principal objetivo es el estudio integral de cavidades, que engloba el medio kárstico y su entorno natural y cultural, siendo la defensa y protección del medio subterráneo su principal vocación. Otro pilar básico de esta asociación es el trabajo de divulgación y recopilación que están realizando, a través de cursos, charlas, congresos, publicaciones, etc.
Foto: Txomin Ugalde, 2018
Txomin Ugalde, presidente del F.U.E. es experto en geología minera y muy pronto podrá alardear de llevar más de 50 años en el mundo subterráneo.
- Saludos Txomin, te agradecemos mucho que nos concedas esta entrevista. Para empezar nos gustaría que nos explicaras quién fue Félix Ugarte y por qué os representa como asociación.
- Félix Ugarte fue profesor de geografía física en la Universidad del País Vasco y compañero de actividades espeleológicas durante muchos años. Fue un innovador en los estudios de geomorfología y análisis de karts, dejándonos una hermosa tesis doctoral sobre la geomorfología de la Sierra de Aralar, que es ahora nuestra principal zona de actuación, y decenas de artículos. Era riguroso y muy científico en sus análisis, no dejando nada al azar o la especulación, lo que le obligaba a complicadas analíticas en el laboratorio o la utilización de avanzadas tecnologías que había aprendido durante su estancia en Aix en Provence, cuando cursó sus dos años de doctorado en el prestigioso departamento del profesor Nicod. Han pasado 25 años desde su fallecimiento, pero todavía tenemos nítida su imagen seria pero cercana y muy humana. Fue un honor colaborar con él y disfrutar de su amistad; todavía hoy le echamos de menos. Nos representa como asociación porque era un referente a imitar desde el punto de vista humano y científico, y suelo pensar que uniendo la parte positiva de cada uno de los compañeros, quizás lleguemos como asociación, aunque sea remotamente, a acercarnos a sus objetivos.
Foto: Txomin Ugalde 1968
- Cuéntanos qué trabajos realizaste junto a Félix Ugarte y el proyecto de recopilación y divulgación de sus trabajos que estáis llevando a cabo.
- Felix Ugarte era una máquina de trabajar. Junto a él realizamos numerosos estudios relacionados con el karts, colaboramos en la elaboración de su tesis y le acompañamos en el trabajo de campo. Todavía hoy recordamos el temor que nos producían sus cartas desde Aix en Provence (entonces no funcionaba el correo electrónico), ya que en su interior, después de un brevísimo saludo, venía el listado de cartografía, fotos, croquis y datos que necesitaba para desarrollar su tesis; había que ponerse a trabajar rápido y bien. Era un hombre de acción, de pocas palabras y muy preciso en sus peticiones. Con él realicé al inicio de los años 80, los primeros estudios climáticos de la Comunidad Autónoma Vasca, cuando no había ordenadores y la recopilación de datos y análisis estadísticos se realizaba a mano. Por mi formación, yo me encargaba de la elaboración y desarrollo de los datos, correlaciones y análisis estadísticos, y él se encargaba de la interpretación y redacción. También trabajamos juntos en el análisis del medio físico en estudios de ordenación del territorio y en decenas de variopintos trabajos, como el estudio de las dunas de la costa de Bizkaia, la red hidrográfica de Gipuzkoa o la utilización de cavidades para actividades humanas. Era una persona extremadamente generosa y muchas veces nos incluía como autores en artículos que publicaba, pese a ser nuestra aportación residual y desinteresada.
Foto: Felix Ugarte - foto de Txaro Barturen.
Cuando creamos la asociación, una de las tareas que nos propusimos fue la recopilación de sus trabajos. La mayor parte de ellos los hemos publicado en nuestra página web. Nos hubiera gustado publicar su tesis, pero los tiempos han cambiado y no es fácil adecuarla a las tendencias actuales. Pero todavía considero posible publicar un resumen de la misma, remarcando sus principales conclusiones sobre Aralar, especialmente lo referente a la huella climática antigua tanto en el endokarst como en el exokarst.
- Entre vuestros últimos descubrimientos y aportaciones a nuestro colectivo, podemos destacar los grabados encontrados en Aitzbitarte, cuéntanos de qué se trata y qué importancia pueden llegar a tener.
- Aitzpitarte se ha convertido en uno de los principales santuarios paleolíticos de Gipuzkoa, al nivel de Altxerri o Ekain. Se puede decir que su descubrimiento es un premio a la constancia de nuestro compañero Javier Busselo que lideró (y lidera) los trabajos de prospección. Los grabados son de una gran belleza e incluso los últimos descubrimientos hablan de relieves, lo que los hace únicos en esta zona. Las figuras más antiguas según parece, fueron grabadas en período Gravetiense y la mayoría de ellas en el Magdaleniense. Según creo, el conjunto está siendo estudiado bajo la dirección de Diego Garate y Joseba Ríos, dos expertos prehistoriadores.
Para mi desgracia, no he tenido la fortuna de ver los últimos descubrimientos, puesto que a pesar de haberme recorrido y visto muchísimas cuevas con arte rupestre desde la Dordoña hasta Tito Bustillo, no he sido invitado para admirarlas. Bueno, quedarán en mi imaginación, que también es creativa.
Por otra parte, también hemos sido descubridores del arte rupestre de la cueva de Praileaitz en Deba. Allí y en el transcurso de la elaboración de la topografía de la cavidad, Giorgio Studer y yo, encontramos unos puntos pintados con ocre. En el estudio posterior, los especialistas encontraron un rosario de misteriosos puntos pintados también en ocre en otros lugares de la cueva que certificaban su origen paleolítico.
Foto: Txomin Ugalde 1968 - Foto de José Telleria.
Otra noticia de la que queremos hablar es el descubrimiento de los yacimientos en Urbia junto a Victoriano Gandiaga. Para los lectores que no lo sepan, ¿de qué tipo de yacimiento hablamos?
- Bitoriano Gandiaga era un fraile franciscano y un destacado escritor especialmente de poesía. Es un referente en la cultura vasca. Como tal, tenía una especial sensibilidad por el medio natural, por la naturaleza humana y una especial intuición arqueológica. A lo largo de sus años en el monasterio de Arantzazu, había recorrido los montes de Aitzkorri-Urbia y observado decenas de estructuras y construcciones que no encontraba sentido en el actual entorno pastoril; la mayoría eran al aire libre y otras, unas pocas, en cuevas. En una ocasión le presenté a Mertxe Urteaga, una joven arqueóloga que entonces se encontraba elaborando la tesis doctoral y le interesaba revisar unas minas de galena en la sierra de Aitzkorri. Gandiaga le llevó a las minas, pero no desaprovechó la ocasión para desviarle hacia otros lugares donde él había observado construcciones extrañas, y entonces se inició una amistad y una actividad que duró veinte años, hasta su muerte. Durante ese tiempo realizamos cientos de catas arqueológicas y encontramos restos arqueológicos del Calcolítico, Edad del Bronce , Edad del Hierro, Romano y Alto Medieval. Unas estructuras correspondían a cabañas, otras eran funerarias; inventariamos y realizamos un par de artículos que publicamos en Kobie donde se recoge parte de lo allí estudiado. Fueron unos años que recuerdo con nostalgia, sobre todo aquellas conversaciones y reflexiones de un franciscano en estado puro con un agnóstico. Como Félix Ugarte, Gandiaga dejó también una profunda huella en mi vida.
Tenemos que destacar también los estudios y exploraciones que habéis realizado en Aritzaga, una mina de la edad de bronce en la sierra de Aralar, o el descubrimiento de una minas romanas en Arditurri. ¿Qué nos puedes contar de estos hallazgos?
- Gipuzkoa tiene un pasado minero muy marcado. Pocos son los montes que carecen de restos de prospecciones mineras o antiguas explotaciones. Mi interés por la minería antigua empezó a mediados de los años 80. El Gobierno Vasco quería preservar una mina romana del coto de Aditurri, que en aquellos años estaba en explotación y nos encargó la valoración de las que todavía quedaban en pie. Realizamos una prospección y encontramos en un fin de semana 10 minas de aspecto romano, una de ellas de gran valor patrimonial. Poco tiempo después cesó la actividad minera en Arditurri y continuamos las prospecciones, también en otras áreas del macizo paleozoico de Aiako Harria, hallando bastantes más. Posteriormente, tras la fundación de nuestra asociación, retomamos la prospección minera en Aiako Harria y encontramos una cincuentena de minas romanas completando un desarrollo que superaban los 5000 m. Uno de esos complejos mineros romanos tiene más de 1km de desarrollo totalmente laberíntico y 6 niveles unidos por pozos, pero el hallazgo más destacado de Arditurri fue el descubrimiento de la galería de drenaje o socavón romano; un acueducto subterráneo construido en época romana y todavía funcional, que por medio de una galería de 450 m, conseguía rebajar 16 m el nivel freático de la parte más rica del criadero de galena permitiendo por la tanto la explotación sin el inconveniente del anegamiento. Ese descubrimiento cambió la percepción arqueológica del complejo minero, puesto que suponía la existencia de un Procurator metalorum que en época romana administraba y regulaba los trabajos mineros.
Foto: Socavón de época romana en Arditurri, Guipúzcoa, foto de Giorgio Studer.
Respecto a la minería prehistórica, era una de las tareas pendientes que siempre nos rondaba la cabeza cuando hacíamos espeleología en Aralar. Las minas de Arritzaga, situadas en el flanco norte de la Sierra, beneficiaban principalmente el cobre, y por lo tanto únicas en muchos kms a la redonda. Era impensable que las coloridas monteras de azurita y malaquita, hubieran pasado desapercibidas para los prospectores de metales en el Calcolítico y la Edad del Bronce. El año 2008, nos decidimos a estudiarlas y desde el inicio del trabajo de campo hallamos huellas de vaciado de monteras, donde todavía quedaban algunos restos de malaquita. En posteriores prospecciones hallamos 40 puntos de interés minero, con una gran variedad de tipos de explotación. Teníamos monteras, pozos de mina, galerías de minas, una de ellas de 75 m de desarrollo y curiosas zanjas (rafas) donde vaciaban las arcillas de descalcificación de las grietas del karst, hallando nódulos de mineral de gran concentración de cobre. Realizamos catas arqueológicas y datamos con C14 dos de las explotaciones; de esa manera certificamos que la galería de mina (ARR21) de 75 m fue explotada hace 3200 años (BP) y la segunda en otro punto de interés (ARR3), hace 2800 años( BP). Además en la mina ARR21, hallamos un pico minero en asta de ciervo, una pala realizada con la escápula de esa misma especie y mazas de piedra.
Una vez hecho el trabajo de prospección, estamos realizando en colaboración con Arkeolan una excavación arqueológica de uno de los puntos prospectados (ARR37), donde habíamos hallado restos cerámicos de reducción de mineral y un pequeño lingote de cobre. Los resultados de la excavación han sido muy gratificantes, ya que hemos hallado dos pozos de explotación, restos de ofrendas rituales (en el sellado de uno de ellos) y diversos materiales como mazas, restos cerámicos, etc. La excavación no ha finalizado y el próximo año continuaremos vaciando uno de los pozos mineros de la Edad del Bronce que ahora alcanza una profundidad de 7,5 m y que según hemos comprobado, profundiza (por lo menos) 2,5 m más.
Muy recientemente hemos tenido la noticia de que habéis conseguido la conexión de las cavidades Aixa-Ibarrengo en Guipúzcoa, sumando así más de 15 km de desarrollo. ¿Podríamos estar hablando de uno de los sistemas más grandes de vuestra comunidad?
- El complejo espeleológico de Aixa abarca una extensa zona que desagua en el manantial de Erribera Goikua tributario del río Deba. Sobre ese sistema se asientan tres grandes complejos, el de Aixa de unos 14 km de desarrollo, el de Ibarrengo actualmente en exploración y del que se han topografiado mas de 3000m y el complejo de Ermittia bekoa, con cerca de 13 km topografiados. Se ha conseguido unir físicamente Aixa e Ibarrengo, por lo que será en breve el complejo más extenso de Gipuzkoa. Ibarrengo es una cavidad de grandes volúmenes y nos llevará varios años completar su exploración y topografía, pero tampoco descuidaremos la posibilidad de hallar la conexión Ermittia - Aixa, por lo que podría convertirse en un complejo de más de 40 km. Realmente ilusiona que el medio subterráneo de un lugar tan densamente poblado y desarrollado como Gipuzkoa, permita todavía la exploración y el descubrimiento de nuevos espacios.
Foto: Travesía Ibarengo-Aixa, Guipúzcoa
Y por poner un toque de humor, sabemos que en vuestras primeras incursiones en la cavidad de Aixa os ocurrió algún percance muy propio de nuestra actividad mientras exploramos. ¿Recuerdas de qué hablamos?
- Ocurrió cuando llevábamos algún tiempo explorando Aixa. Ésta es una cavidad laberíntica y muy compleja. Cuando terminamos de estudiar la parte activa, iniciamos las exploraciones por el resto de las galerías. En una ocasión, y aprovechando un largo fin de semana, tres miembros del Club Deportivo Eibar, del que formaba parte en esa época, bajamos hasta el sifón terminal de la cavidad y emprendimos la exploración de una galería ascendente, que nos llevó a una impresionante sala con un caos de bloques; a través de los bloques accedimos a una nueva sala de similares características y más tarde a una tercera. Llevábamos muchas horas de exploración por lo que emprendimos el regreso, pero al darnos la vuelta vimos que había decenas de huecos entre los bloques desprendidos de las enormes salas, que todos eran iguales y que además, cada uno nos llevaba a lugares diferentes. ¿ Por cuál habíamos entrado? Estuvimos intentando recordar el camino de regreso durante 13 interminables horas, hasta que caímos agotados. Dormimos durante escasos minutos y nos despertamos ateridos, pero según parece ese descanso sirvió para despejar la mente e identificar inmediatamente el precioso bloque de piedra cuyo paso nos llevaba a la galería del río y por lo tanto a la salvación. Salimos pitando y disfrutamos de un luminoso amanecer veraniego. El susto fue importante, pero no impidió que una vez recuperado el sueño y saciado el hambre, regresáramos al día siguiente a la cavidad. Quedaban todavía muchas galerías por explorar, pero esta vez colocamos señales.
Pasemos a hablar de tu persona, para lo cual te tenemos que confesar que hemos tenido cierta ayuda. Vamos a empezar por un recuerdo de joven. Si no estamos mal informados, tus comienzos en la espeleología empezaron en Eibar, de la mano de Jose Mari Tellería, ¿qué recuerdas de esos inicios?
- Mi actividad espeleológica empezó en el C.D. Eibar. Todavía no había cumplido los 14 años cuando tuve que engañar a mi hermano mayor para que hiciera él también espeleología y conseguir el permiso de mis padres. Recuerdo la primera salida al karst de Zaraia en Gipuzkoa y mi impresión al ver los valles cerrados de Alabita y Degurixa. Eran espacios inalterados y el pastoreo de ovejas era la única huella de humanización del paisaje; cada cueva o sima que explorábamos era virgen, sin huella de paso humano reciente, encontrando en su interior ese paisaje que me ha atrapado el resto de mi vida y en muchos casos, restos de fauna antigua principalmente osos, pero también uros, bisontes, ciervos, e incluso en uno de los casos, león. También enterramientos humanos y vasijas de ofrendas. La espeleología de finales de los años 60 era un recurso cultural para muchos de los que acudíamos a ella, puesto que nos permitía entrar en el mundo de lo que llamábamos entonces ciencias naturales como la geología, biología, y ciencias humanas como la arqueología o la etnografía. Tuve la suerte de tener como director y alma del grupo a José Mª Tellería, una persona con gran madurez y cultura que nos explicaba, no solamente los misterios del karst, sino también reflexiones sobre el universo que conforma la existencia humana. A veces nos alojábamos los fines de semanas en un caserío de la sierra de Zaraia con objeto de explorar las cuevas cercanas, y las conversaciones junto al fuego que como adolescente escuchaba a personas ya maduras, inquietas y cultas, abrieron mi mente a una percepción nueva que en aquellos oscuros tiempos del franquismo se nos negaba.
Foto: José Tellería en una cueva sepulcral en Andarto. Foto de Jose Maria Alberdi.
Eran tiempos de ausencia de recursos, fabricábamos de forma artesanal los materiales de exploración e iluminación, y con una gran limitación en cuanto a exploración de verticales. Teníamos en el local un petate de escalas que nos limitaba la exploración a 50m de verticales, pero esa ausencia de recursos nos llevaba también al tesoro de la solidaridad y hermanamiento entre los distintos grupos de espeleología del País Vasco. Por ejemplo; grandes exploraciones para la época como Gaztelu III organizadas en aquellos años por el grupo Aloñamendi de Oñati, se hicieron con la colaboración y el material que sumaban los distintos grupos, y el contenido cultural de la espeleología, las nuevas tendencias y novedades, las debatíamos y desarrollábamos en jornadas y asambleas lideradas por grupos míticos para los espeleólogos vascos como el Grupo Espeleológico Vizcaino (GEV), el Grupo Espeleológico Alavés (GEA) o la Institución Príncipe de Viana (IPV) de Pamplona.
Ahora siento pena y nostalgia por aquellos paisajes de mis inicios en la espeleología, porque a pesar del progreso cultural, educacional y político, hemos sido incapaces de trasmitirlos a las siguientes generaciones como los recibimos. La degradación paisajística en evidente en todos los espacios de media montaña que conforman los principales macizos kársticos de Gipuzkoa, y pese a haber sido declarados en muchos casos como parques naturales, la sensibilidad para su conservación es nula en instancias institucionales. Está claro que la Tierra (con mayúsculas) que pisamos, es invisible para la mayoría de los gestores de este país.
- Posteriormente también conociste a Ruiz de Arkaute, con el que continuaste practicando espeleología. Cuéntanos como recuerdas aquellos momentos.
- Con Ruiz de Arkaute tuve un trato lejano. Tenía un carácter fuerte y dada mi edad en la época que coincidimos, más valía permanecer desapercibido. Recuerdo que tenía las ideas y los objetivos muy claros en las exploraciones en las que participé junto a él. Era como un general que emitía órdenes precisas y había que cumplirlas con celeridad y eficacia. En aquella época era un mito para nosotros y todavía lo sigue siendo para los que le conocimos.
- En julio del año 1973, "el equipo punta" de exploración, formado por A. Alvarez, E. Martinez y T. Ugalde, consiguieron descender la Torca de Jornos II, todo un hito para los medios del momento, con escalas y material que hoy en día está en desuso. La torca supera los 500 m de profundidad. Cuéntanos de primera mano aquel momento.
Foto: Exploración Jornos II. 1973. Foto del Grupo Espeleológico Vizcaíno.
- La exploración se realizó en agosto de aquel año. El Grupo Espeleológico Vizcaíno organizó unas jornadas para todos los grupos del País Vasco a las que solo acudimos cinco miembros del CD Eibar. Nosotros teníamos estrechas relaciones con el GEV, e incluso unas semanas antes Angel Alvarez nos instruyó en las nuevas técnicas "solo cuerda" de descendedor y jumar que asomaban ya por Europa. La cita era en la estación de ferrocarril de Carranza, pero yo perdí el tren y por lo tanto también el todo terreno del GEV hacia la acampada, entonces no había teléfonos móviles. Tuve que hacer los 18 km desde la estación del tren hasta el lugar de acampada a pie en un tórrido día de agosto y con el material de una semana a la espalda; mi timidez y recursos económicos a mis 18 años no daban para mucho. Alcancé el lugar de acampada al atardecer, cuando ya no me esperaban, e inmediatamente apercibí por la sonrisa pícara de Ángel que algo tramaba: me había elegido para el equipo de punta. Eran tiempos de disciplina y el reto infundía temor e interés a la vez; así es la espeleología. Al día siguiente iniciamos, precedidos por el equipo de apoyo, el descenso por el impresionante pozo de 180 m . Utilizamos descendedores y la iluminación de acetileno apenas permitía ver la cuerda, ya que las dimensiones del pozo te sumía en una oscuridad absoluta. Alcanzado el fondo, el trabajo era transportar por las estrecheces y pequeños pozos, la ingente cantidad de petates llenos de escalas, cuerdas, demás pertrechos y víveres que nos permitieran permanecer una semana en el interior de la sima. Dejamos todo el material en la cabecera del segundo pozo de 150 m y poco a poco, ya sin ayuda del equipo de apoyo, descendimos hacia lo que sería nuestro hogar durante unos días a 500 m de profundidad. Habían pasado 24 horas de intenso e ininterrumpido trabajo hasta que conseguimos meternos en los sacos de dormir de nuestra tienda isotérmica. Dormimos durante 21 horas seguidas y las insistentes llamadas desde superficie por el teléfono que habíamos instalado, hicieron que nos levantáramos. Ángel, responsable y motor de la expedición, nos insistía en hacer las cosas con calma, sin prisas ni riesgos, pues era impensable en aquella época un rescate en caso de accidente. Catorce horas después alcanzamos el sifón terminal de la cavidad y emprendimos regreso al campamento. Comunicamos las novedades y el éxito de la expedición al equipo de superficie y preparamos la gran cena de celebración con los abundantísimos y variados víveres transportados ya que, por aquellos años, el GEV no se privaba de nada. En aquella cena, a 500 m de profundidad y al calor de nuestros carbureros, iniciamos una informal sobremesa y en esas, Ángel preguntó a Enrique Martínez si había nacido por la mañana o por la tarde; les pregunté ¿por qué? y me respondieron que habían nacido el mismo día. ¿Qué fecha?; el 5 de octubre. Les miré de reojo y les dije; yo también soy del 5 de octubre. Caras de sorpresa, ojos como platos y seguidamente sonrisas de incredulidad; era evidente que me estaban tomando el pelo. Pero ¿cómo demonios habían conseguido saber la fecha de mi nacimiento para hacerme una broma tan tonta?
Al día siguiente realizamos la topografía de lo explorado, y de una u otra forma, mis compañeros hacían alusiones a mi fecha de nacimiento como para quererme pillar en alguna contradicción. Estaba claro que algo les mosqueaba.
Foto: Angel Alvarez Jornos II. Txomin Ugalde
Terminamos la topografía, dormimos y emprendimos regreso a la superficie. La salida y recogida del material fue ordenada y agotadora. El ascenso del pozo de 150 m a escala resultó durísimo, el transporte de todo el equipo a la base del pozo de 180 agotador y todavía nos quedaba su ascenso. Llevábamos más de 28 horas sin parar de trabajar con el alimento que nos procuraba un tubo de leche condensada y el objetivo para el equipo de punta, mientras el equipo de superficie subían los petates repletos de material, era mantenernos despiertos. Cantábamos, hacíamos bromas, pero nos dormíamos incluso entando de pie. Por fin llegó el turno de ascenso del pozo de 180; la escala a la mitad del salto se encontraba rígida por el peso de los tramos inferiores y el ascenso fue más rápido y más cómodo de lo previsto, puesto que los compañeros de superficie ayudaban y notabas sus tirones de cuerda en el arnés de seguridad.
De ese modo tras 32 horas sin parar, fuimos saliendo uno a uno todos los miembros de la expedición. Extenuados nos fuimos a nuestras tiendas y después de quitarme el equipo de encima, me derrumbé sobre el saco de dormir.
No había pasado ni un minuto, cuando vi asomar por la entrada de la tienda la cara barbada de Ángel e inmediatamente, cual guardia civil, me solicitó el carné de identidad. Le mandé a paseo, pues ya estaba cansado de la broma, pero ante su insistencia se lo di. Salí de la tienda y vi que todos los miembros del GEV estaban cotejando los carnés del equipo de punta y certificaron: Era cierto, A. Álvarez, E Martínez y Tx. Ugalde, nacieron un 5 de octubre. Todos pensamos que era el conjuro que la montaña exigía para mostrar el misterio de Jornos II y así bromeamos.
Una época inolvidable y unos compañeros perfectos. He leído recientemente el relato de aquella exploración como de espeleología épica, no estoy tan seguro de que fuera así, pero la experiencia resultó irrepetible. Ángel Álvarez murió hace unos pocos años y pasó junto a Gandiaga y Félix Ugarte a mi particular panteón de Dioses amables.
Foto del grupo de la expedición 1973.
Queremos ahora recordar para los más nóveles lectores una pequeña parte de aquellas exploraciones. La semana del 11 al 19 de agosto de 1973 se organiza el asalto final a esta profunda cavidad, estando solo diez espeleólogos, un número muy reducido de personas para tal empresa, teniendo en cuenta que se usaban escalas y había que portear mucho material.
Se repartieron entre personal de superficie (cuatro personas), personal de apoyo (tres personas) y los que iban en cabeza (Enrique Martinez, Txomin Ugalde y Angel Alvarez). Durante toda una semana estuvo este equipo punta en el interior de la sima, conectados mediante cable telefónico con el exterior. De estos momentos hemos recogido la siguiente anécdota: una de esas noches, en una de esas conversaciones, alguien del equipo punta dijo que su cumpleaños era el 5 de octubre, a lo que un segundo y un tercero contestaron que ellos también cumplían años en dicha fecha. Tras 32 horas empleadas para salir fuera de la cavidad y ya con los documentos de identidad en la mano, decidieron llamar a la sala "5 de octubre".
-
Para ir terminando esta entrevista, queremos que nos cuentes cuál ha sido tu momento más importante en estos cincuenta años como espeleólogo y porqué.
- La espeleología y el medio en que se desarrolla depara muchos momentos importantes, quizás por eso nos apasiona. El descubrimiento de un río subterráneo, desentrañar los misterios de la cuenca de un manantial particularmente complicado o encontrar a través de un paso imposiblemente estrecho la larga continuación de un sistema espeleológico, produce satisfacción; pero quizás aquellas cosas que se descubren repentina e inesperadamente, son las que más impactan y emocionan, como las decenas de ofrendas rituales de la Edad de bronce halladas en una cueva, el esqueleto y las vasijas semienterradas de un enterramiento del calcolítico, los picos mineros en asta de ciervo de esa misma época encontrados en la superficie de una mina, o los esqueletos enteros de unos osos de las cavernas halladas al pie de una sima. Otros momentos emocionantes son cuando descubres un objetivo largamente buscado, como el socavón romano de Arditurri, las pinturas rupestres de Praileaitz o cuando nos llegaron los resultados de la prueba de C14 de la mina ARR21 confirmando la edad de 3150 años BP.
Foto: Bitoriano Gandiaga. Foto de Txomin Ugalde
No sabría decir cuál ha sido el momento más importante porque hasta las sensaciones más sencillas, como tomarse un té caliente, pueden convertirse en el mayor placer si lo haces cuando estás aterido de frío durante de la exploración de un complicado río subterráneo. Pero si tengo que remarcar algo gratificante, es la amistad y colaboración entre los compañeros. La espeleología es una actividad social, el individualismo y liderismo (si existe esa palabra) no tienen ningún sentido porque la mayoría de los proyectos que desarrollamos necesitan el apoyo de un equipo y la suma de voluntades positivas. Si alguien quiere dejar su impronta para el futuro a base de codazos o malas jugadas a los compañeros, es mejor que deje la espeleología .
Hace poco tiempo, compartiendo impresiones con Koldo Sansinenea, veterano espeleólogo y amigo desde hace décadas, decíamos que habíamos sido unos privilegiados por haber ejercitado una actividad que se desarrolla en un medio natural impresionante, con las interesantísimas vertientes culturales que nos han permitido emocionarnos en multitud de ocasiones.
Por último, repetiría en mi 50 aniversario como espeleólogo el brindis que hice con Bitoriano Gandiaga en su última salida montañera, con un rioja reserva (a pesar de que soy abstemio), y en mitad de la sierra de Aitzkorri . "Por lo bien que nos lo hemos pasado, y lo bien que nos lo pasaremos."
Foto: Bitoriano Gandiaga. Foto de Txomin Ugalde
No sabría decir cuál ha sido el momento más importante porque hasta las sensaciones más sencillas, como tomarse un té caliente, pueden convertirse en el mayor placer si lo haces cuando estás aterido de frío durante de la exploración de un complicado río subterráneo. Pero si tengo que remarcar algo gratificante, es la amistad y colaboración entre los compañeros. La espeleología es una actividad social, el individualismo y liderismo (si existe esa palabra) no tienen ningún sentido porque la mayoría de los proyectos que desarrollamos necesitan el apoyo de un equipo y la suma de voluntades positivas. Si alguien quiere dejar su impronta para el futuro a base de codazos o malas jugadas a los compañeros, es mejor que deje la espeleología .
Hace poco tiempo, compartiendo impresiones con Koldo Sansinenea, veterano espeleólogo y amigo desde hace décadas, decíamos que habíamos sido unos privilegiados por haber ejercitado una actividad que se desarrolla en un medio natural impresionante, con las interesantísimas vertientes culturales que nos han permitido emocionarnos en multitud de ocasiones.
Por último, repetiría en mi 50 aniversario como espeleólogo el brindis que hice con Bitoriano Gandiaga en su última salida montañera, con un rioja reserva (a pesar de que soy abstemio), y en mitad de la sierra de Aitzkorri . "Por lo bien que nos lo hemos pasado, y lo bien que nos lo pasaremos."
Queremos agradecerte tu atención y tu tiempo por concedernos esta entrevista que esperemos sirva para dar más a conocer vuestro recorrido y vuestras aportaciones a nuestro colectivo. Como de costumbre queremos acabar ofreciéndote la oportunidad de hacernos cualquier sugerencia, pregunta o iniciativa para nuestra Confederación de Espeleología y Cañones. Felicidades anticipadas por tus 50 años en la espeleología y que sigan muchos más. Hasta siempre.
Una entrevista de Gemma Morraja y Oscar Sicilia.
Con la colaboración de compañeros de F.U.E
Con la colaboración de compañeros de F.U.E
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